Los tratamientos que se utilizan en la medicina estética con células madre se encaminan al rejuvenecimiento de la piel. Para ello, se sigue un sencillo procedimiento de microinjerto que comienza con la extracción de las células madre del paciente. Se realiza una liposucción a pequeña escala sobre alguna zona rica en grasa y se obtiene un conjunto de células que después se tratan en un laboratorio.
Allí, se centrifuga la grasa y se consigue una fracción rica en células madre que se van a infiltrar en el paciente en los músculos faciales. Con esto, se logrará mejorar el aspecto de la piel del rostro y disminuir las arrugas, redundando en un rejuvenecimiento de la misma.
La pregunta de por qué es necesario infiltrar nuevas células en nuestro rostro, si ya poseemos otras, halla su respuesta en el hecho de que las células madre infiltradas se diferencian a células cutáneas jóvenes, que son muy activas en la producción de colágeno, a diferencia de las células adultas que pierden su capacidad de producirlo. Por ello, las células recién infiltradas conseguirán una piel más lisa al producir el colágeno que se requiere para mantener nuestra piel más firme y tersa.
Este tipo de tratamiento estético presenta numerosas ventajas con respecto a otros tratamientos, también dirigidos al rejuvenecimiento facial que resultan más invasivos. Así, destacamos los siguientes:
Las células madre se postulan como unas de las principales candidatas para encabezar la lista de tratamientos médicos en el futuro más próximo. Y esto va a suceder también en la medicina estética gracias a la relevante capacidad regenerativa que tienen dichas células.
En definitiva, las células madre aportan grandes mejoras a la calidad de nuestra piel a través de determinados tratamientos, entre los que destaca el de rejuvenecimiento. Para recabar más información sobre qué tratamientos nos convienen más o conocer cuáles son nuestras necesidades, recomendamos contactarnos para que podamos ofrecer un asesoramiento personalizado.